jueves, 24 de octubre de 2013

ETA sigue donde estaba



El comunicado último de ETA del pasado 29 de septiembre muestra que no ha cambiado, no ha desaparecido y no piensa desaparecer. Mantiene su trayectoria de coacción y terror, exigiendo la soberanía de Euskadi y Navarra para la “reconciliación nacional”. En resumen: más de lo mismo.
Esto debiera desengañar al Gobierno, al PP, al PSOE e incluso al PNV, que sigue hablando de normalización, de nuevos tiempos y de paz, pero si no es así, habrá que decir aquello de “no hay más ciego que el que no quiere ver”. De modo que la actitud correcta del Gobierno y de los partidos políticos contrarios al uso de la violencia es aislar y perseguir a los terroristas, y aplicar las leyes vigentes a quienes lo son y a quienes les apoyan y protegen.
No hay que bajar la guardia, ya que la ausencia de atentados no supone la derrota de ETA, en tanto que puede conseguir sus objetivos por la amenaza y la coacción. La derrota sólo se producirá cuando reconozcan su equivocación, admitan los daños causados y hagan efectiva la promesa de no reincidir más en la violencia, mediante la entrega de las armas y su puesta a disposición de la Justicia.
Por tanto, la actuación policial contra Herrira no es más que el cumplimiento de sus obligaciones, sometidas al control judicial como corresponde a un Estado de Derecho. Sorprende así que un partido, el PSOE, que ha sufrido los atentados y las amenazas de ETA y sus amigos, sucumba a la tentación de ceder e ir contra el Gobierno popular en una manifestación de los proetarras.
Que asista el PNV es una muestra más del temor reverencial que la izquierda radical infunde a los miembros del partido nacionalista, que ya se vio hace dos años al no poder presentar candidaturas municipales en 35 pueblos de Guipúzcoa.
Porque ETA haya dejado de matar no debe recibir ningún premio, y hasta que no desaparezca completamente su influencia seguirá pesando en las actuaciones políticas de los partidos en el País Vasco.

martes, 8 de octubre de 2013

AÑO 2013, una ocasión perdida



El Segundo Centenario del asedio, incendio y saqueo de San Sebastián está pasando sin que sirva para hacer lo más importante: encarar el futuro, como lo afrontaron nuestros antepasados con ocasión de fecha tan dolorosa y memorable como fue 1813. Y es que las celebraciones oficiales municipales han tenido miras estrechas y de política de barrio.

Se ha tratado más de imputar errores y agravios al contrario político, que evitarlos para el futuro. Nos referimos especialmente al intento burdo y fracasado de hacer caer sobre un general español, Castaños, la culpa del incendio y saqueo. Pero ha sido más lamentable, por falta de interés del Alcalde Izaguirre Hortelano, de Bildu, y de las Autoridades, en general, el olvido de la conmemoración de la Jura de la Constitución que hiciera el Ayuntamiento, el 19 de Septiembre de 1813, en la iglesia de San Vicente.

Se hizo en este año y ese día, una celebración religiosa para recordar a los donostiarras muertos en la ocasión, una treintena, y para celebrar la reconstrucción de la Ciudad.

Dejando a salvo la buena voluntad de la organización, la Parroquia, echamos en falta un recuerdo cristiano para los más de 3.000 muertos que tuvieron los defensores  franceses y los atacantes, especialmente, ingleses y portugueses. Una ocasión adecuada para recordar que nos llamamos católicos porque nuestra fe engloba a todos y para haber planteado un perdón generoso y un recuerdo de concordia y paz.

Hoy que los cuatros países viven en armonía y son socios de un proyecto importantísimo como es la Unión Europea, hemos echado en falta el recuerdo hacia aquellos muertos que fueron cien veces más que los donostiarras. Ni siquiera sabemos donde fueron enterradas los 3.000, ¡tan gran número!, víctimas de la guerra, pues al fin y al cabo, al morir, también fueron víctimas, pese a que tenemos a gala buscar y encontrar fosas de pasadas conflictos. Ni hemos dedicado un recuerdo en el Cementerio de los Ingleses, de otra guerra diferente, por cierto, pero con muertos del mismo país, ni hemos invitado a franceses, portugueses e ingleses a la celebración del recuerdo, compartida y pacífica. Eso es el futuro.

Nos hemos quedado en nuestro "txoko", en nuestro barrio, cada vez más localistas, perdiendo la tradición europea y moderna de San Sebastián.

No queremos pasar por alto que si se trataba de recordar la reconstrucción de San Sebastián, se ha olvidado ¿deliberadamente? por el Alcalde, la celebración del 150 Aniversario del derribo de las murallas que, al ceder los espacios y materiales de las mismas, fue el mejor regalo que el Gobierno de España pudo hacer a San Sebastián.