El Segundo Centenario del
asedio, incendio y saqueo de San Sebastián está pasando sin que sirva para
hacer lo más importante: encarar el futuro, como lo afrontaron nuestros
antepasados con ocasión de fecha tan dolorosa y memorable como fue 1813. Y es
que las celebraciones oficiales municipales han tenido miras estrechas y de política
de barrio.
Se ha tratado más de imputar
errores y agravios al contrario político, que evitarlos para el futuro. Nos
referimos especialmente al intento burdo y fracasado de hacer caer sobre un
general español, Castaños, la culpa del incendio y saqueo. Pero ha sido más
lamentable, por falta de interés del Alcalde Izaguirre Hortelano, de Bildu, y
de las Autoridades, en general, el olvido de la conmemoración de la Jura de la
Constitución que hiciera el Ayuntamiento, el 19 de Septiembre de 1813, en la
iglesia de San Vicente.
Se hizo en este año y ese
día, una celebración religiosa para recordar a los donostiarras muertos en la
ocasión, una treintena, y para celebrar la reconstrucción de la Ciudad.
Dejando a salvo la buena
voluntad de la organización, la Parroquia, echamos en falta un recuerdo
cristiano para los más de 3.000 muertos que tuvieron los defensores franceses y los atacantes, especialmente, ingleses
y portugueses. Una ocasión adecuada para recordar que nos llamamos católicos
porque nuestra fe engloba a todos y para haber planteado un perdón generoso y
un recuerdo de concordia y paz.
Hoy que los cuatros países
viven en armonía y son socios de un proyecto importantísimo como es la Unión
Europea, hemos echado en falta el recuerdo hacia aquellos muertos que fueron
cien veces más que los donostiarras. Ni siquiera sabemos donde fueron enterradas
los 3.000, ¡tan gran número!, víctimas de la guerra, pues al fin y al cabo, al
morir, también fueron víctimas, pese a que tenemos a gala buscar y encontrar fosas
de pasadas conflictos. Ni hemos dedicado un recuerdo en el Cementerio de los
Ingleses, de otra guerra diferente, por cierto, pero con muertos del mismo país,
ni hemos invitado a franceses, portugueses e ingleses a la celebración del
recuerdo, compartida y pacífica. Eso es el futuro.
Nos hemos quedado en nuestro "txoko", en nuestro barrio, cada vez más localistas, perdiendo la tradición
europea y moderna de San Sebastián.
No queremos pasar por alto
que si se trataba de recordar la reconstrucción de San Sebastián, se ha
olvidado ¿deliberadamente? por el Alcalde, la celebración del 150 Aniversario
del derribo de las murallas que, al ceder los espacios y materiales de las
mismas, fue el mejor regalo que el Gobierno de España pudo hacer a San
Sebastián.
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