El rechazo del
presidente Rajoy a la carta de Ciutadans para constituir un bloque
antiseparatista en Cataluña nos muestra las dos varas de medir que usa el presidente del PP y del
Gobierno.
En el caso catalán, devuelve
la pelota a Rivera indicando que debe dirigirse a Alicia Sánchez-Camacho,
presidenta regional del PP en Cataluña. En cambio, en el caso vasco tanto él, recibiendo a Urkullu, como su
vicepresidenta Sáenz de Santamaría acudiendo a visitar al PNV en Bilbao, y
dejando fuera de la reunión a la presidenta del PP vasco, Arantza Quiroga,
actúan no con arreglo a los intereses del Estado, sino a los intereses de su partido, el PP.
En Cataluña, Ciutadans
es la fuerza emergente que puede relegar al quinto puesto al PP catalán y
además tiene un criterio muy claro respecto a los separatistas, lo que no pasa
con Rajoy. En el País Vasco, los “Populares
Vascos” han tirado la toalla y se limitan a ser acompañantes del PNV, si
éste les quiere dejar.
Es la misma
postura que adopta el PP ante UPyD, que parece ser la única formación
rival del PP, fuera de Cataluña, al menos por la forma en que es tratada desde
el Gobierno en el Parlamento español.
Lo advierten los ciudadanos y lo tienen en cuenta, ya que
ven cómo ante los nacionalistas
separatistas el Gobierno se pliega, buscando siempre las buenas relaciones, y
frente a los constitucionalistas se revuelve como si fueran los enemigos.
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